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Optimismo y gratitud, virtudes del que tiene fe


"Estén siempre alegres. Oren sin cesar. Den gracias por todo. Eso es lo que lo quiere Dios de ustedes como cristianos. No apaguen el fuego del espíritu, no desprecien la profecía. Examínenlo todo y quédense con lo bueno”: 1 Tesalonicenses 5, 16 al 21.

Mirar el vaso medio lleno es una decisión. Tener fe, amar y perdonar son también decisiones.

El hijo de Dios debe concentrarse en las bendiciones recibidas y no debilitar su interior e incluso su fe al preocuparse o desalentarse por aquello que no tiene. Cambiar el enfoque de la vida con pesimismo, distrayéndose en lo que tiene el otro que tú no tienes, revoluciona sin dudas la  vida de una persona. Hay que estar atentos porque aunque hayas decidido reenfocarte hacia la gratitud y por ende el optimismo, el maligno está al acecho para quererte cambiar. En una sociedad donde se promueve el consumismo y la vanidad parece que el "tener" pesa más que "ser". 

Un creyente no debe dar cabida a lo que el maligno desea; sentirse deprimido o triste, derrotado, solo o desdichado. Por esa razón ante un sufrimiento, una pérdida, un duelo o momentos de tribulación haz el ejercicio de anotar todas las bendiciones que has recibido por la Gracia de Dios. Da gracias por cada una. Incluso si algo fue y terminó agradece por todo lo que disfrutaste y aprendiste mientras duró.

Agradecer desde un vaso de agua, el alimento, el vestuario, la familia, el trabajo, la profesión u oficio, por la naturaleza, los animales.... es decir, mirar con gratitud cada cosa. Eso te libera y te abre a recibir más bendiciones. Te llena de paz y amor. Sientes que no hay forma de poder agradecer a Dios por todas aquellas cosas. También, ese enfoque de vivir en gratitud por todo lo bueno o malo te aleja de pecados como la envidia, el egoísmo e incluso de no tener amor por la vida.

Desde la otra cara de la moneda ofrecer un sufrimiento, una pérdida, duelo o enfermedad a Dios en un gesto de aceptar su voluntad, de saber que sus propósitos son los mejores para cada uno, que quizás pueden ser el camino idóneo para nuestra conversión o fortaleza o para posteriormente apoyar y entender a quienes hayan vivido tu experiencia. Es saber que lo necesitamos porque sin ESE GRAN "Yo Soy" no somos nada y que para los hijos de Dios todo obra para bien.

Aunque se escuche contraproducente da gracias también por todo lo no tan bueno en tu vida. Bendice en el nombre de Jesús a quienes te hieran o lastimen.

Pero "ojo" ser agradecido, vivir en gratitud, no es ser conformista y no tener metas. No significa no querer progresar ni aspirar a mejorar.

Tampoco significa que no cuides tu cuerpo que es templo de Dios y cómo Él te necesita para evangelizar y testimoniar su Grandeza no quiere verte descuidado o desde la derrota y que no enfrentes con gallardía tu enfermedad o prueba.

No amarte, valorarte, no es una opción, porque tu llamado no es a que seas mártir. Dios te quiere sano, libre y feliz y que en esa Gracia puedas transmitir esa paz y amor que solo Él puede dar. De hecho los católicos debemos tener como meta ser cada día mejores personas, crecer espiritualmente e incluso ganarnos la dicha de disfrutar de la vida eterna.

Ir a misa (que es una acción de gracias de principio a fin), alabar, dar ofrendas o diezmos, meditar la palabra de Dios y dar testimonios son algunas de las formas de agradecer todo lo que El Todopoderoso ha hecho por nosotros, reconociéndonos no merecedores por tanto.